La razón por la cual Dios no nos ayuda es que no estamos ayudando a otros. Mi pastor lo dijo esta mañana: la razón que cierto hombre estaba caído en el pecado es porque obsesionaba en sí mismo.
Dios nos ha llamado a la gran palabra que empieza con «O» — otros. El cristianismo se mueve más allá de uno mismo, sus sentimientos, sus bendiciones. Toma en cuenta crecientamente a los demá, cómo servirlos, cómo ayudarlos.
Deja de mirar en el espejo y mira por la ventana. ¡Asombra como resolvemos nuestros problemas resolviendo los problemas de otros!
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